Un nuev0 lengua-g

Carolina G. | 17 de abril

k tant0 crees k ha (re)evolucionad0 el lengua-g a partir del boom digital?
k tant0 has k-mbiado tú en la forma de comunik-rt x internet?

El lenguaje es un sistema de comuncación diseñado para expresar pensamientos y emociones desarrollado por la humanidad, una capacidad única que nos identifica como especie, aunque, al mismo tiempo, nos diferencia entre nosotros.

Actualmente se hablan alrededor de siete mil lenguas en todo el mundo. Décadas de migraciones nos dejaron una gran mezcla de culturas e historia, haciéndonos cada vez más difícil la comunicación. Sabemos también que hasta en un mismo idioma existen diferentes dialectos… ¡Incluso el lenguaje de señas varía por región!

Y después de años y años de cambios en la lengua, ahora no nos entendemos ni dentro de un salón de clases. Escuchamos a nuestros profesores decir que “las nuevas generaciones hablan cada vez peor” o que “los jóvenes tienen cada vez menos léxico”… ¿Será?

La profesora Virginia Bertolotti de la Universidad de la República de Uruguay asegura que eso es un mito lingüístico, pues si fuera cierto “ya las lenguas se habrían extinguido (…) Lo que sucede, en todo caso, es que los jóvenes usan quizás otro léxico”.

De acuerdo al Centro Virtual Cervantes, se entiende por variación lingüística “al uso de la lengua condicionado por factores de tipo geográfico, sociocultural, contextual o histórico”.
Es decir, la forma en la que hablamos se adecúa a las circunstancias personales, al tiempo y al tipo de comunicación (por mencionar sólo algunas variables).

En la última época, el Internet ha sido el factor dominante que ha obligado al lenguaje a evolucionar. Poco a poco su explosión fue dividiendo a la población en nativos digitales y maestros analógicos. Para los primeros, la inmediatez se apoderó de los mensajes. A velocidad de pulgar fuimos construyendo nuestros propios códigos: primero en SMS, y después se fue extendiendo a cada rincón en redes sociales y mensajería instantánea.

Tuvimos entre nuestros dedos un teclado QWERTY que nos dejaba combinar signos a placer. Dejamos de obedecer a reglas gramaticales, relajamos la correción y priorizamos la eficacia. Comenzamos a alternar entre mayúsculas y minúsculas, omitimos letras porque “nos ahorraba tiempo”, aprendimos un muy básico HTML para agregarle colores y tipografías que transmitieran nuestra personalidad al mundo virtual, y, por supuesto, nacieron los emoticones.

Quizás no fue sino hasta 2015, cuando el Oxford Dictionary nombró como palabra del año a la carita llorando de alegría, que nos dimos cuenta de que estábamos en un nuevo periodo de la comunicación.

Lo que hace miles de años eran los jeroglíficos, en el siglo XXI fueron los emojis; así, la comunicación se globalizó. En nuestros días, según un artículo en Open Mind, de BBVA, más del 90% de los usuarios de redes sociales se comunica a través de estos símbolos y más de seis mil millones de emojis son intercambiados cada día.

No conformes con esta evolución, la seguimos llevando más allá: no nos limitamos a comunicarnos mediante “caritas”, ya hemos creado memes, gifs y, ahora, stickers. Es más, podemos construir conversaciones enteras sin escribir una sola letra.

En realidad no debería de tener nada de extraño, a final de cuentas es comunicación no verbal que puede lograr transmitirnos incluso mucho más que un simple texto. De hecho, Eulàlia Hernández, profesora e investigadora de la Universidad Oberta de Cataluña, afirma que “el elemento icónico es un potente activador de emociones” de tal forma que “si vemos un emoticono de una cara sonriente, se activa la misma área cerebral que si vemos sonreír a una persona”.

Y bueno, ahora le toca mutar a todos aquéllos que se han quedado en lo analógico. Darse cuenta que no se trata de “se está arruinando el lenguaje”, sino que ésta es una evolución más del mismo.

¿No era el mismo Charles Darwin quien dijo “Adáptate o muere”?

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